domingo, 7 de agosto de 2011

De un grande, Horacio Guarany

Estamos prisioneros, carcelero
Estamos prisioneros, carcelero
Yo, de estos torpes barrotes,
tu, del miedo.

Adonde vas, que no vienes
conmigo a empujar la puerta.
Adonde vas, que no vienes
conmigo a empujar la puerta.
No hay campanario que suene
como el río de allá afuera.
Como el río de allá afuera.

Como el que se prende fuego,
andan los presos del miedo.
Como el que se prende fuego,
andan los presos del miedo.
De nada vale que corran
si el incendio va con ellos.
Si el incendio va con ellos.

No sé. No recuerdo bien
que quería el carcelero.
Creo que una copla mía
para aguantarse el silencio.
Para aguantarse el silencio.

No hay quien le compre la suerte
al dueño de los candados.
No hay quien le compre la suerte
al dueño de los candados.
Murió con un ojo abierto
y nadie pudo cerrarlo.
Y nadie pudo cerrarlo.

Le regalé una paloma
al hijo del carcelero.
Cuentan que le dejó ir
tan sólo por verle el vuelo.
Que hermoso va a ser el mundo
del hijo del carcelero.
Del hijo del carcelero.

Es cierto,muchos callaron
cuando yo fui detenido.
Vaya con la diferencia,
yo preso, ellos sometidos.
Yo preso, ellos sometidos.

Estamos prisioneros, carcelero.
Estamos prisioneros, carcelero.
Yo, de estos torpes barrotes,
tu, del miedo.

viernes, 5 de agosto de 2011

Emil Mihai Cioran (Émile Michel Cioran en francés; Răşinari, Imperio austrohúngaro, 8 de abril de 1911 - París, 20 de junio de 1995)

EL OCASO DEL PENSAMIENTO

Uno puede decir con toda tranquilidad que el universo no tiene ningún sentido. Nadie se enfadará. Pero si se afirma lo mismo de un sujeto cualquiera, éste protestará e incluso hará todo lo posible para que quien hizo esa afirmación no quede impune.
Así somos todos: nos exoneramos de toda culpa cuando se trata de un principio general y no nos avergonzamos de quedarnos reducidos a una excepción. Si el universo no tiene ningún sentido, ¿habremos librado a alguien de la maldición de ese castigo?
Todo el secreto de la vida se reduce a esto: no tiene sentido; pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno.

La soledad no te enseña a estar solo, sino a ser único.

Dios está muy interesado en controlar las verdades. A veces un simple encogimiento de hombros puede hacer que todas se le vengan abajo, puesto que los pensamientos ya hace tiempo que se las socavaron. Si un gusano es capaz de sentir inquietudes metafísicas, también él le quita el sueño.
Pensar en Dios es un obstáculo para el suicidio, no para la muerte. Eso no alivia en absoluto la oscuridad que habrá asustado a Dios mientras se buscaba el pulso por miedo a la nada...
Dicen que Diógenes se dedicaba a falsificar moneda. Todo hombre que no crea en la verdad absoluta tiene derecho a falsificar cualquier cosa. Si Diógenes hubiera nacido después de Cristo, habría sido un santo. ¿Adónde puede llevarnos la admiración por los cínicos y dos mil años de cristianismo? A un Diógenes enternecedor... Platón dijo de Diógenes que era un Sócrates loco. Difícil resulta ya salvar a Sócrates...

Si la sorda excitación que me domina cobrara voz, cada gesto sería un postrarme de hinojos ante un muro de las lamentaciones. Llevo luto desde que nací, luto por este mundo.

Todo lo que no es olvido, nos desgasta el alma; el remordimiento es el reverso del olvido. Por eso se alza amenazador como un monstruo de tiempos remotos que mata sólo con la mirada o llena los momentos con sensaciones de plomo fundido en la sangre.
El común de las gentes siente remordimientos tras un acto cualquiera; sabe por qué los tiene porque los motivos están ante sus ojos. Sería inútil que les hablara de «accesos», nunca podrían entender la fuerza de un tormento inútil.
El remordimiento metafísico es una turbación sin causa, una inquietud ética en el límite de la vida. No tienes culpa alguna de la que arrepentirte y sin embargo sientes remordimientos.

No te acuerdas de nada pero te invade un sentimiento infinitamente Doloroso del pasado. No has hecho nada malo, pero te sientes responsable de los males del universo. Sensaciones de Satanás delirante de escrúpulo. El principio del Mal apresado en las redes de los problemas éticos y en el terror inmediato de las soluciones.
Cuanto menos indiferente seas frente al mal, más cerca estarás del remordimiento esencial. Este a veces es difuso y equívoco: entonces cargas con la ausencia del Bien.
El color del remordimiento es el morado. (Lo extraño en él tiene su origen en la lucha entre la frivolidad y la melancolía, donde la última es la que triunfa.) El remordimiento es la forma ética del pesar. (Los pesares se convierten en problemas, no en tristezas.) Un pesar elevado al rango de sufrimiento. No resuelve nada, pero lo empieza todo. La moral aparece con el primer temblor de remordimiento.
Un dinamismo doloroso hace de él un desperdicio suntuoso e inútil del alma. Sólo el mar y el humo del tabaco pueden darnos una idea de su imagen.
El pecado es la expresión religiosa del remordimiento, al igual que el pesar es su expresión poética. El primero es un límite superior; el último, inferior. Te lamentas de que algo ha ocurrido contigo mismo... Eras libre de dar otro rumbo a los acontecimientos, pero la atracción del mal o de la vulgaridad ha vencido a la reflexión ética. La ambigüedad arranca de la mezcla de teología y vulgaridad que hay en cualquier remordimiento.
No hay forma más dolorosa de sentir la irreversibilidad del tiempo que a través del remordimiento. Lo irreparable no es otra cosa que la interpretación moral de esa irreversibilidad.

domingo, 26 de septiembre de 2010

La vida


EL EXPLORADOR

El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de la selva? ¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas del río?
Y les dijo: «Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede sustituir al riesgo y a la experiencia personales». Pero, para orientarles, les hizo un mapa del Amazonas.
Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el Ayuntamiento. E hicieron copias de él para cada uno. Y todo el que tenía una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?
El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría sido preferible no haberlo hecho.
Cuentan que Buda se negaba resueltamente a hablar de Dios. Probablemente sabía los peligros de hacer mapas para expertos en potencia.
-         ANTHONY DE MELLO -
La vida, camino por el que todos debemos recorrer, con momentos buenos y de los otros pero que siempre van de la mano porque sin el uno no se sabría que existe el otro.  El amor nos recibe al empezar este camino, el amor más grande quizás en nuestra vida porque muchos quisieran cambiarlo todo con tal que esos seres que nos entregan ese amor no se vayan jamás, nuestros padres. Empezamos a caminar protegidos por ese amor, y con el pasar de los días las enseñanzas aparecen unas las aprendemos por las buenas pero la mayoría lo hacemos por las malas.
Debemos vivir nuestra vida, vivir nuestra aventura. Equivocarnos y lo mejor vencer las dificultades que se nos presentan.

domingo, 7 de marzo de 2010

Seguimos con Les Luthier

Les Luthier, seguimos hablando de ello, ya que son una experiencia inolvidable que uno queda marcado y con ganas siempre de mas. a continuacion les contamos unos datos (obtenido de su web ) del personaje que nos parece con mayor presencia en el grupo por su calidad actoral, capacidad de interpretacion de cada uno de los personajes y sobre todo por sus ocurrencias que son deleite para los expectadores que siempre estan atentos de las nuevas aventuras de este personaje, Con ustedes Daniel Ravinovich
 Su nombre completo es Daniel Abraham Rabinovich Aratuz (alias Neneco) aunque su verdadero apellido paterno era Halevy. Su bisabuelo, que llegó a la Argentina desde Besarabia (hoy Moldavia) no había hecho el servicio militar porque era rabino, por lo cual compró el documento de un muerto -de apellido Rabinovich- para poder salir de su país.
“De chico, me crié en el Palacio de los Patos, un complejo de viviendas ubicado en Ugarteche y Las Heras, en Buenos Aires, donde viví hasta los 18 años”, recuerda Rabinovich. “Allí había varios folcloristas, que me dejaban asistir a sus reuniones. Fue donde por primera vez escuché cantar a voces y tocar la guitarra”.
Pero la música había estado presente en su hogar desde su nacimiento. Su madre había estudiado piano, y su padre –un abogado penalista que defendió a personalidades como Hugo del Carril y Tita Merello- tenía el hábito de cantar y silbar tangos.
Desde los 7 hasta los 13 años estudió violín. Tomó clases con Ljerko Spiller, Vera Graf y Enrique López Ibels.
“A partir de los 14 años, empecé a estudiar guitarra con José María de los Hoyos. Quería tocar como Ernesto Cabeza, el guitarrista de Los Chalchaleros” dice. En sus años de colegio secundario, formó un grupo folclórico que se llamó Los Amanecidos.
A los dieciocho años, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires, ingresó al coro de la facultad de Ingeniería, donde conoció a Gerardo Masana y los demás futuros integrantes de Les Luthiers. Con ellos participó en la puesta en escena de Il figlio del pirata (1964) y la Cantata Modatón (posteriormente llamada Laxatón), en 1965. Luego intervino en I Musicisti y fue uno de los cuatros integrantes que se separaron del grupo en 1967 para fundar Les Luthiers. En 1969 obtuvo el título de escribano público (notario).
En los comienzos del grupo cantaba y tocaba la guitarra y el latín (parodia del violín), aunque rápidamente fue ganando protagonismo actoral. Ese crecimiento fue percibido por la crítica especializada, que en los años 70 lo hizo notar en sus comentarios. Un cronista de la revista Panorama lo llegó a comparar con Peter Sellers. “Leí esa nota, pero creo que fue una exageración”, dice Rabinovich. “La transformación fue gradual. No tenía ninguna veta humorística previa. De a poco comencé a realizar algunas improvisaciones graciosas, y me salieron bien”.
Paralelamente a Les Luthiers, efectuó algunas incursiones actorales en cine y televisión. Trabajó en Espérame mucho, de Juan José Jusid (1983).
También participó como actor en las miniseries Los gringos (1984) y La memoria (1985), ambas dirigidas por David Stivel. Y actuó en la telenovela colombiana Leche, dirigida por Víctor Mallarino.
Posteriormente participó en un episodio de la serie televisiva Tiempo final (2002) e hizo el papel de Néstor Craken en la serie La familia potente (2003). En los últimos años incursionó en la escritura. Es autor de los libros Cuentos en serio (Ediciones de La Flor, 2003), con prólogo de Joan Manuel Serrat, y El silencio del final, nuevos cuentos en serio (Ediciones de La Flor, 2004). Actualmente, está escribiendo una novela. 


Fuente: http://www.lesluthiers.com/frame_rabinovich.htm