"....A todo el mundo le gustan los cuentos, y son precisamente cuentos, y en
abundancia, lo que el lector hallará en este libro: cuentos budistas, cuentos cristianos,
cuentos Zen, cuentos asideos, cuentos rusos, cuentos chinos, cuentos hindúes, cuentos
Sufí, cuentos antiguos y modernos......."
abundancia, lo que el lector hallará en este libro: cuentos budistas, cuentos cristianos,
cuentos Zen, cuentos asideos, cuentos rusos, cuentos chinos, cuentos hindúes, cuentos
Sufí, cuentos antiguos y modernos......."
En cierta ocasión se quejaba un discípulo a su Maestro:
«Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado»
El Maestro le replicó:
«¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de dártela?».
EL CANTO DEL PÁJARO
Los discípulos tenían multitud de preguntas que hacer acerca de Dios.
Les dijo el Maestro: «Dios es el Desconocido y el Incognoscible.
Cualquier afirmación acerca de Él, cualquier respuesta a vuestras preguntas, no será más que una distorsión de la Verdad».
Los discípulos quedaron perplejos:
«Entonces, ¿por qué hablas sobre Él?».
«¿Y por qué canta el pájaro?», respondió el Maestro.
El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un
canto que expresar.
LA PALOMA REAL
Nasruddin llegó a ser primer ministro del rey. En cierta ocasión,
mientras deambulaba por el palacio, vio por primera vez en su vida un halcón real.
Hasta entonces, Nasruddin jamás había visto semejante clase de paloma.
De modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas las garras, las alas y el pico del halcón.
«Ahora pareces un pájaro como es debido», dijo. «Tu cuidador te ha
tenido muy descuidado».
LA BÚSQUEDA DEL ASNO
Todo el mundo se asustó al ver al Mullah Nasruddin recorrer apresuradamente
lascalles de la aldea, montado en su asno.
«¿Adónde vas, Mullah?, le preguntaban.
«Estoy buscando a mi asno», respondía Nasruddin al pasar.
En cierta ocasión vieron a Rinzai, el Maestro de Zen, buscando su propio cuerpo.
Ello hizo que se rieran mucho sus más estúpidos discípulos.
¡Llega uno a encontrarse con gente seriamente dedicada a buscar a Dios!
EL PEQUEÑO PEZ
«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado»
«El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo».
«¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Se acercó al Maestro, vestido con ropas sannyasi y hablando
el lenguaje de los sannyasi: «He estado buscando a Dios durante años.
Dejé mi casa y he estado buscándolo en todas las partes donde
Él mismo ha dicho que está: en lo alto de los montes,en el centro del
desierto, en el silencio de los monasterios y en las chozas de los pobres».
«¿Y lo has encontrado?», le preguntó el Maestro.
«Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. No; no lo he encontrado.
¿Y tú?».
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la habitación con sus rayos de luz dorada. Centenares de gorriones gorjeaban felices en el exterior, sobre las ramas de una higuera cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera.
Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto de atacar... Y sin embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí y decir que no había encontrado a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del Maestro
y se fue a buscar a otra parte.
Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes
que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo.
BUSCAR EN LUGAR EQUIVOCADO
Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas.
«¿Qué andas buscando, Mullab?».
«Mi llave. La he perdido».
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de
un rato dijo el vecino: «¿Dónde la perdiste?». «En casa».
«¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».
«Porque aquí hay más luz».
FABRICANTES DE ETIQUETAS
La vida es como una botella de buen vino. Algunos se contentan
con leer la etiqueta. Otros prefieren probar su contenido.
En cierta ocasión mostró Buda una flor a sus discípulos y les pidió que dijeran algo acerca de ella.
Ellos estuvieron un rato contemplándola en silencio.
Uno pronunció una conferencia filosófica sobre la flor. Otro creó un poema.
Otro ideó una parábola. Todos tratando de quedar por encima de los demás.
¡Fabricantes de etiquetas!
Mahakashyap miró la flor, sonrió y no dijo nada. Sólo él la había visto.
¡Si tan sólo pudiera probar un pájaro, una flor, un árbol, un rostro humano... ! Pero ¡ay! ¡No tengo tiempo!
Estoy demasiado ocupado en aprender a descifrar etiquetas y en producir las mías propias. Pero ni siquiera una vez he sido capaz de embriagarme con el vino.
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